A partir del mes de septiembre, los usuarios del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) enfrentarán un recorte significativo en el servicio de colectivos. Este ajuste, que afecta a múltiples líneas de colectivos en la región, es consecuencia de una combinación de factores que incluyen la reducción de subsidios por parte del gobierno nacional, el incremento de costos operativos, y las dificultades financieras que atraviesan las empresas de transporte.

El recorte en el servicio se traducirá en una disminución de la frecuencia de los colectivos, especialmente en horarios no pico y durante los fines de semana. Esto implica que miles de pasajeros tendrán que esperar más tiempo para abordar un colectivo, lo que podría generar mayores aglomeraciones y demoras en sus desplazamientos diarios.

El AMBA es una de las regiones más densamente pobladas del país, con millones de personas que dependen del transporte público para trasladarse a sus trabajos, escuelas y otras actividades La reducción en la oferta de colectivos afectará particularmente a aquellos sectores que ya sufren las consecuencias de un servicio que, en muchos casos, es insuficiente para cubrir la demanda existente.

Por su parte, las autoridades de transporte han señalado que la medida es necesaria para ajustar los servicios a las realidades económicas actuales y asegurar la continuidad del sistema en el mediano y largo plazo. Sin embargo, los críticos de la medida argumentan que el recorte podría profundizar las desigualdades, afectando más gravemente a las personas de menores recursos que no cuentan con alternativas de movilidad.

A medida que el recorte del servicio entre en vigencia, es probable que surjan nuevas protestas y reclamos tanto de usuarios como de trabajadores del transporte, quienes también podrían verse afectados por la disminución de turnos y horas laborales. Además, se espera que el gobierno busque alternativas para mitigar el impacto de esta medida.