Jubilados, junto a militantes de partidos políticos opositores al Gobierno, volvieron a marchar este miércoles al Congreso, esta vez sin que se produjeran los desmanes de la semana anterior cuando los enfrentamientos entre efectivos policiales y manifestantes dejaron varios heridos y detenidos.
La mayor diferencia que se percibió en la movilización de este miércoles respecto a hace siete días fue la poca presencia de hinchas de fútbol, a los que el Gobierno había aludido en los días posteriores como «barrabravas» y responsabilizado por la violencia.
A pesar de que se registraron algunas corridas y forcejeos, además de algún intento de derribar las vallas dispuestas, esta vez la situación no pasó a mayores. Por lo tanto, no se vivieron episodios lamentables como los de la semana anterior, que incluyeron pedradas, la quema de patrulleros o el ataque recibido por el fotoperiodista Pablo Grillo de parte de los uniformados.
La marcha se inició a las 16, antes de que dentro del recinto de Diputados el oficialismo se anotara el triunfo de aprobar el DNU del acuerdo con el FMI, y finalizó dos horas después, cuando se comenzó a desconcentrar la zona del Congreso sin que se registraran mayores incidentes con la Policía.
Ahora, con pocos hinchas, los que ganaron protagonismo en esta marcha fueron sectores políticos, como la agrupación kirchnerista La Cámpora, de las cual participaron varios intendentes de la región como Mayra Mendoza de Quilmes, Julián Alvarez de Lanús y Nicolás Mantegaza intendente de San Vicente entre otros, y sectores sindicales con las dos CTA a la cabeza y menor protagonismo de la CGT. También participaron movimientos como el Polo Obrero, el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) y sectores de izquierda. También se sumaron organizaciones sociales como la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), el Movimiento Evita, Barrios de Pie y el Frente Popular Darío Santillán, entre otras.
En la marcha, integrantes del Plenario de Trabajadores Jubilados realizaron un acto improvisado en la plaza del Congreso, en el que pidieron la renuncia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y le exigieron a la CGT la convocatoria a un paro general, que la central obrera ya anticipó que llevará a cabo el mes próximo y cuya fecha exacta definirá este jueves.
A su vez, se pudieron ver varias consignas expresando solidaridad con el fotógrafo Grillo, herido gravemente el miércoles pasado por un disparo realizado por la Gendarmería Nacional. El cronista permanece en el hospital Ramos Mejía y en las últimas horas logró mejorar su cuadro.
En esta oportunidad hubo una clara menor convocatoria de manifestantes en comparación a la del miércoles pasado, por lo que el amplio operativo que montó el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich terminó luciendo excesivo para la cantidad de gente que estaba protestando.
Además, se sumaron miembros de la Policía Federal y de Gendarmería Nacional, y hasta helicópteros para controlar la zona desde una perspectiva aérea.
El fuerte control policial, sumado a la instalación de vallas que separaron a los militantes de los efectivos de seguridad, redujo el roce cara a cara y disminuyó el riesgo de reyertas entre ambos bandos. Más allá de algunos cruces que no pasaron a mayores cuando la noche había caído sobre la ciudad, la movilización se realizó con calma y sin contratiempos.
La mañana había comenzado con imágenes orwellianas en las estaciones de tren de toda el Área Metropolitana de Buenos Aires, donde las pantallas habitualmente utilizadas para informar sobre horarios ferroviarios y los altoparlantes, con una voz monocorde, anunciaban que las fuerzas de seguridad reprimirían cualquier “ataque a la República”.
Más de 2.000 efectivos, entre policías de la Ciudad y fuerzas federales, fueron movilizados al Congreso y sus alrededores, a fin de contener la marcha ante la chance de que pudiera volverse a desatar una violencia como la semana previa, lo que al final no sucedi